El peso corporal quizás sea uno de los temas más delicados que un médico tenga que tratar con un paciente. El peso puede influir en cómo se sienten las personas consigo mismas y en cómo las tratan los demás. Por desgracia, los prejuicios sobre el peso (cuando se hacen suposiciones, creencias y juicios negativos sobre las personas basándose en su cuerpo) y el estigma del peso (la atribución de cualidades personales o de comportamiento negativas basadas en el peso) se han hecho más comunes con el aumento de la prevalencia de la obesidad.
Los prejuicios y el estigma relacionados con el peso se derivan de la creencia de que el peso (y la salud) de una persona están exclusivamente bajo su control, lo que convierte la gestión del peso en una responsabilidad personal. Sin embargo, la obesidad es una enfermedad complicada y multifactorial, y existen numerosas pruebas de que los factores genéticos, ambientales y culturales influyen en el tamaño corporal. Las personas no tienen un control total sobre su peso y pretender que sí lo tienen puede tener consecuencias psicológicas y fisiológicas negativas.
Los mensajes basados en el estigma son una forma ineficaz de animar a las personas con obesidad a cambiar su dieta y estilo de vida; de hecho, el estigma del peso tiene un efecto negativo mensurable sobre la salud. Las personas que sufren discriminación por su peso presentan niveles más elevados de hormonas del estrés y marcadores inflamatorios, un mayor riesgo cardiometabólico a largo plazo y un aumento de la mortalidad. El estigma relacionado con el peso se asocia a una mala salud mental y a un mayor riesgo de depresión, ansiedad, aislamiento social, baja autoestima, consumo de sustancias, atracones, sobrealimentación emocional y conductas de control de peso poco saludables. Las personas que experimentan altos niveles de estigmatización relacionada con el peso evitan hacer ejercicio, reducen su actividad física y aumentan sus conductas sedentarias, lo que dificulta la mejora de su salud general.
Los prejuicios sobre el peso por parte de los profesionales sanitarios pueden tener un efecto especialmente nocivo en la salud de las personas con obesidad. Los pacientes con obesidad que detectan un sesgo de peso en la clínica tienen menos probabilidades de buscar atención, incluidas las revisiones y la atención preventiva. Cuando buscan tratamiento, estos pacientes tienden a tener peores resultados, en parte debido al retraso en el diagnóstico. Además, los estudios han demostrado que los médicos dedican menos tiempo y es menos probable que proporcionen educación sanitaria y recursos relacionados con la salud a los pacientes con obesidad.
Cinco medidas que los profesionales de la salud pueden adoptar para combatir los prejuicios sobre el peso y mejorar la calidad de la atención a los pacientes con obesidad:
- Intente no juzgar a sus pacientes en función de su peso. Para identificar y afrontar posibles prejuicios de los que quizá ni siquiera sea consciente, consulte recursos en línea para profesionales de la salud, como los recursos de autoevaluación del Rudd Center o la prueba de asociación implícita (IAT) de la Universidad de Harvard.
- Pregunte a sus pacientes si están dispuestos a hablar de su peso y déles el poder de decir que no. Si los pacientes han sufrido discriminación en el entorno sanitario en el pasado, puede llevarles algún tiempo recuperar la confianza.
- Si su paciente está dispuesto a hablar de su peso, hable con él de sus dificultades y reconozca que el cambio de estilo de vida puede ser difícil. Este tipo de conversación puede cuestionar sus suposiciones sobre las personas con obesidad. Es importante tener en cuenta, por ejemplo, que hacer dieta suele ser ineficaz y que muchas personas con sobrepeso han intentado hacer dieta sin éxito. Además, hay que ser consciente de que el lenguaje puede resultar en ocasiones una forma de estigmatización. Un lenguaje compasivo y centrado en el paciente (por ejemplo, "pacientes con obesidad" en lugar de "pacientes obesos") puede ayudar mucho a ganarse su confianza y a que sienta que su enfermedad no le define.
- Evalúe si su paciente está preparado para hacer cambios y esté dispuesto a aceptar cualquier indecisión. Si un paciente indica que está preparado para el cambio, déle consejos claros, incluyendo objetivos medibles y alcanzables. Anime al paciente recordándole que una pequeña pérdida de peso puede tener importantes beneficios para la salud. Programe un seguimiento para evaluar los progresos. Si puede ser útil derivar al paciente a un consejero o nutricionista, comuníqueselo.
- Por último, tenga en cuenta el entorno físico de la clínica. Asientos sin reposabrazos, sillas más grandes, mesas de exploración anchas y resistentes, básculas de gran capacidad en lugares privados y equipos de tamaño adecuado (como espéculos vaginales, manguitos de presión arterial y batas) pueden ayudar a aliviar el estrés que las personas con tallas corporales más grandes pueden sentir durante el encuentro clínico, mejorar cómo se sienten los pacientes durante su visita y hacer que la experiencia sea más positiva en general.
El peso corporal es un tema delicado para muchas personas. Pero la obesidad es una enfermedad grave que debe debatirse, abordarse y tratarse como cualquier otra, sin prejuicios. Abordar los prejuicios sobre el peso en el entorno clínico es un paso muy necesario hacia el tratamiento de la obesidad y sus numerosas y graves complicaciones, y puede mejorar los resultados de los pacientes al ayudar a las personas con obesidad a sentirse más cómodas hablando con sus profesionales sanitarios sobre su peso y tomando medidas constructivas para tratar su enfermedad.
Para obtener más información sobre las estrategias para abordar esta afección en la clínica, consulte el tema de DynaMed sobre el sesgo de peso.